Igual que para una boda, primero realizas todos los preparativos, después te vistes para la ocasión y finalmente el gran momento aparece y se hace visible ante tus ojos… Con las oportunidades pasa un poco lo mismo. Cuando pones de tu parte, ya sea para tener mejor salud, para evolucionar en algún aspecto de tu vida o para cumplir un deseo, hay que abrirse a recibir o a ver ese reflejo en tu vida. Para eso, preparas el terreno teniendo una idea en mente, luego te vistes para el éxito sabiendo que tiene que ir en concordancia con tu deseo y después por atracción, el regalo, el maestro o la oportunidad se manifiesta o se observa en tu exterior. Y ojo, aprender a recibir o a ver no es fácil.
Hoy supongo que quiero poner en bandeja, no el miedo a la oscuridad sino a la luz. Aprender a recibir implica hacerte visible y mostrar la gran belleza que hay en tu interior y eso muchas veces, supone tener que enfrentarte a tu propio espejo, porque en el fondo de ti sabes que solo con el reflejo oportuno, es decir, la mejor versión tuya, lo bueno, aparecerá. No es tarea sencilla soltar la oscuridad que tanto ha cuidado de ti, pero…
Debo decir que hay veces, que por más que te las ingenies, la vida te cuida y te lleva a entrar por el aro de la luz, porque te cierra todos los caminos menos ese y cuando ya no hay forma de sortear tu propio destino, te rindes a lo inevitable, mudar de piel o de reflejo y confiar en tu nuevo traje, uno lleno de fe y de ilusión. Aunque eso suponga sentirse vulnerable sabiendo que hay oportunidades que solo te van a llegar así.
1 comentario
Exactamente lo que no hagas por ti mismo, nadie lo va a hacer por tí, aunque a veces sea tan complicado discernir lo que el destino te quiere mostrar… Gracias bonita por tu sabiduría.